“La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas.” – Buonaroti, 1475
Imatge de microscopi electrònic d´una estructura polimèrica reticulada a una estructura polimèrica curada.
Hablar de diseños, estructuras e infraestructuras industriales es hablar de plásticos y los plásticos, a su vez, son estructuras poliméricas. Por ello, si en algún momento queremos analizar los distintos procesos industriales, debemos detenernos a valorar los distintos compuestos poliméricos que componen las infraestructuras de dicha industria.
Los compuestos poliméricos son estructuras, naturales o sintéticas, con propiedades específicas y dichas propiedades específicas aparecen cuando el polímero pasa de fase liquida a fase sólida. Este cambio de fase si se produce por una reacción química decimos que el polímero retícula y si se produce por evaporación del solvente decimos que el polímero cura.
Por lo tanto, que un polímero cure o un polímero reticule, determina su conjunto de propiedades finales. Pongamos un ejemplo, en la naturaleza bajo la misma composición química del carbono podemos encontrar un grafito (punta del lápiz) o un diamante. La diferencia estriba en la reticulación del carbono es decir en la distinta composición espacial de los carbonos. La reticulación de un diamante, lógicamente, es mucho más compleja y elaborada.
En los polímeros pasa exactamente lo mismo, un polímero que cura es un polímero en el que su fase líquida – ya sea agua o un disolvente orgánico- se evapora y la estructura sólida resultante suele ser de baja complejidad espacial. Estos compuestos se denominan compuestos bifásicos y son algunos ejemplos las resinas epoxídicas y las resina poliuretánicas.
Un polímero que retícula, es un polímero en el que se da una reacción química por la que la fase liquida del mismo se transforma. Dicha reacción química, necesaria para su solidificación, proporciona mayor complejidad a la estructura microscópica del mismo. Un ejemplo de dichos polímeros son las resinas de PMMA (poli metacrilato de metilo).
Una vez leído lo anteriormente expuesto, cabría preguntarnos cómo afecta dicha estructura espacial de escala microscópica al día a día de una industria. La respuesta es que afecta muchísimo, más que de lo que a priori podamos imaginar.
Pongamos por ejemplo la industria alimentaria. Un plástico apto para este tipo de industria debe permitir el contacto alimentario directo. Para que el contacto alimentario directo pueda darse, es necesario que el material no tenga ningún tipo de migración y para que un plástico no migre su estructura espacial debe suponer necesariamente un entramado tridimensional sólido y compacto que permita la inclusión de todos sus átomos mediante enlaces químicos covalentes. Es decir, una retícula de átomos.
Los pequeños detalles cuentan, atender la composición de una estructura industrial sea pavimento o revestimiento supone a la larga adaptar la industria a un procedimiento de excelencia.